como nos espera el viento.
la niña que danza en el patio trasero.
y el hombre que observa el paisaje.
Las ñustas que bañan el cuerpo de la Yacumama,
todos somos de este mundo.
A nadie pertenecemos,
ni a nosotros.
Pero nos vemos en el espejo,
y somos sombras de un ayer.
la sonrisa se deshace como algodón sobre el agua.
donde los muertos sobresalen
y todas las naciones lloran a sus cadáveres,
pero las naciones son fantasmas que beben cerveza
sin fecha de caducidad.
que llevan consigo los años pesados
que guardamos silencio mientras disparaban a un niño.
habitando los espacios
que desocuparon los recuerdos.
cumbres borrascosas que mezclan pisco con miel.
Nos transformamos en dinosaurios,
nuestras palabras son fósiles.
y saber que el frío nos asesinó,
lentamente
pausadamente
indiferentemente
de desenterrar fósiles
para volvernos huesos petrificados
por el frío de los años.
preguntó algún poeta español reconocido
a nivel mundial. Sin embargo
cuando nos miramos,
no vemos versos ni poesía,
solo vemos una prosa,
un ensayo, una narrativa
carente de coherencia.
poesía no somos,
somos una comedia.
la Av. Abancay se tiñó de rojo.
pero no eran solo dos vidas
sino eran cientos, miles, millones de otros muertos
que jamás alcanzaron el cielo.
y los gobernantes estaban escondidos en La Molina.
y todo aquel que se atreva a portar un arma.
En Perú somos un poco más de 30 millos de personas:
10 millones en Lima – quizá exagero – que se confunden
con los 10 millones de muertos que deben haber esparcidos
entre valles, ríos y cementerios profanados.
la Av. Abancay se tiñó de rojo
y estaremos llorando unos días más.
estaremos buscando el mal menor
para votar en las elecciones.
vamos acomodando las ideas.
Platón, sui generis,
estableció que éramos apariencia.
a la hora de una entrevista.
Apariencia es lo que presentamos
frente a un espejo quebrado.
vamos acomodando los platos de la cocina,
estableciendo patrones
que solo nosotros entenderemos.
y este poema no tenga sentido,
pero el sentido sigue una secuencia
y la secuencia se repite como el tiempo.
pasado mañana serán las diez de la mañana,
en veinte años serán las diez de la mañana.
envejeceremos un poco más
y veremos lo mismo,
pero nosotros no seremos los mismos.
de la Gloria a la desazón,
de la desazón a la compasión
de un eterno corazón.
con un simple himno de alcoba,
las sorpresas se acrecientan
en el campo verde de la guerra.
entre defensa y delantera,
la volante se acomoda
mientras el arco se cierra.
si los Potrillos no murieran,
sería otra la historia
y no serían veinte años de pena.
posiblemente sea elemento de mitología,
pero es en la tienda de la esquina
de donde se hablan de leyendas.
Koochoi Sarmiento, el Poeta de la Zurda,
el Nene que abraza la memoria
de Caíco caído en la gloria.
de corazones que saltan.
Poesía es lo que se presente
en este altar de la riqueza.
estos hijos de la pobreza.
Porque para cerrar este poema
un gol se gesta.
Un muerto se anuncia.
Hoy regreso a la tumba.
podré componer un poema.
El logaritmo y el algoritmo,
posiblemente confundo los términos,
pero todos son de Google.
Ahora puedo componer un poema
en algún programa.
El último premio Espinela
cayó en un poeta de Instagram.
Quizá, ese sea el futuro: las redes.
Sin embargo, necesitaré un Community
que administre mis cuentas.
No puedo subir el mismo poema
en Instagram que en Facebook
y en Linkedin colocaré poeta
como profesión.
Mañana andaré esperando los premios
porque alcancé los 100 suscriptores
y mi canal de poesía
ahora tendrá influencers recitando.
Aplicaré Enter
escribiré un poema,
ganaré el Adonais y me jubilaré
en alguna isla del Mediterráneo.
Igual, la poesía siempre seguirá siendo
algún tipo de lengua muerta.
No hubo testigos.
esperando encontrar algún premio.
una sombra pegada en el suelo,
un diamante colgando de un dedo.
y un cuervo encontró premios.
Emilio Paz (Lima, 1990). Profesor de Filosofía y Religión, egresado de la Universidad Católica Sedes Sapientiae. Tiene publicados “Septiembre en el silencio” (Club de lectura poética, 2016), “Laberinto de versos” (La Tortuga Ecuestre, N°394, 2018), "La balada de los desterrados" (Ángeles del Papel Editores, 2019),“Mar profundo: Antología personal” (Lp5 Editora, Chile, 2020) y “Frutos del Tiféret” (Abismos del suroeste, España, 2021). Posee trabajos publicados en diversos medios de Perú, México, Chile, España, Venezuela, Estados Unidos, Argentina, India, Ecuador, Rumanía, Costa Rica, Suecia, Alemania, Italia, Cuba, Uzbekistán, Bulgaria, Francia, República Checa, Bangladés, Macedonia del Norte, China; siendo traducido al rumano, francés, italiano, búlgaro, uzbesko, macedonio, chino, inglés y tamil. Ha ganado el “Mes de las Letras” (abril, 2017) de la Fundación Marco Antonio Corcuera y el IX Concurso internacional de poesía y cuento - Perú 2019 organizado por la revista "El Parnaso del Nuevo Mundo". Ha participado de diversos recitales poéticos, congresos de filosofía, siendo su línea de investigación la relación entre estética, poesía y educación.