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BERRIES FOR SINGING BIRDS
Sheltered by holly’s spiny leaf, birdsongs
hatch on promises of autumn’s harvest.
Such late bounty fruits abundant red
so thrushes full grown, welcome
as an emigrant’s homecoming,
return to glut these crimson pearls.
Pierced through, juice spills into slumbered
earth while in the blackberry’s thorny tangle
warblers feast. Wing to wing. Beak to beak.
Old wives ink tales. Winter scarcities.
As if such abundance, like old sins,
must be punished. Even then, juniper’s blue
bleed is a truce of feathered music, sung
in remotest places, heard in bleakest hearts.
***
BAYAS PARA PÁJAROS CANTORES
Protegidos por las hojas espinosas del acebo,
los cantos de los pájaros nacen con las promesas
de cosecha del otoño. Estos frutos tardíos
son de un color rojo desbordante y los zorzales,
ahora grandes, son bienvenidos como un emigrante
que regresa a casa y se sacia con estas perlas carmesí.
Una vez hendidas, el jugo se derrama en la tierra
dormida mientras las currucas se dan un festín en la maraña
espinosa de la mora. De ala en ala. De pico en pico.
Caligrafiados cuentos de esposas. Escaseces de invierno.
Como si tal abundancia, igual que los viejos pecados,
debiera ser castigada. Incluso entonces, la sangre azul del enebro
es una tregua de música emplumada, cantada en los lugares
más remotos, escuchada en los corazones más desolados.
ABSENCE OF OCEAN
There’s the story of a woman
who left The West,
married into the Midlands.
Who never saw the sea again.
All those peat-baked summers,
bog instead of beach.
No sea-blues, sea-greens seen;
or songs to gather up in singing shells.
No seagulls to drown out children,
limpets on her sea-rock.
But the sea was in her voice.
Across her flat, unsalted landscape,
its rise and fall
was like a smooth stone skimming.
***
AUSENCIA DE OCÉANO
Está la historia de una mujer
que dejó Occidente,
se casó en las Tierras Medias
y nunca volvió a ver el mar.
Todos esos veranos cubiertos de turba,
con pantanos en lugar de playas;
sin azules o verdes marinos,
ni canciones para la siega de conchas cantarinas.
No había gaviotas que sumergieran a los niños,
tampoco lapas adheridas a la roca viva.
Pero el mar estaba en su voz.
A lo largo del paisaje llano y sin sal,
como el deslizamiento de una piedra lisa
era su ascenso y descenso.
GIRL ON A WEIR
High above a crowd, outstretched arms
steady precarious balance. Camcor waters
rush through bare toes, flesh and water
sluiced on a weir thin as rope.
Above traffic blare she hears
gasps from imagined spectators.
Upturned oval shaped faces spotlight
admiration for Big Top courage.
canvas flaps, sawdust sprinkles
tiger and elephant smells.
From the riverbank,
childhood friends chew on grassy straws
or make daisy chains, necklaces sown,
each bright flower threaded stem by stem.
Raucous crows swoop low, vie for crumbs
dropped by picnickers. Or, forage
upturned bins for greasy leftovers.
Over a nearby bridge, onlookers
applaud her reach the slip-slide end;
half-expecting a ducking like some long ago
witch woman. Fallen, many before her
head home. Drenched to the skin,
a fate she avoids. Liquid silver
soothes her back to dry land.
Who knows what her future brings?
***
UNA CHICA EN EL AZUD
Muy por encima de la multitud, los brazos extendidos
mantienen un equilibrio precario. Las aguas del Camcor
corren a través de los pies desnudos; es carne y agua
lo que marcha por un azud, delgado como una cuerda.
Por encima del ruido del tráfico, oye
jadeos de espectadores imaginarios.
Los rostros vueltos hacia arriba expresan
la admiración por el coraje de la Gran Carpa.
Las solapas de lona y el aserrín esparcen
olores a tigre y elefante.
Desde la orilla del río, los amigos de la infancia
mastican pajitas de hierba o hacen cadenas
de margaritas, collares cosidos; cada flor
es ensartada tallo por tallo. Los estridentes cuervos
vuelan bajo, compiten por las migajas que arrojan
los excursionistas. O bien, buscan en contenedores
volcados hacia arriba las sobras grasosas.
Sobre un puente cercano, los espectadores
aplauden su llegada al final del tobogán;
ha esperado por agacharse como una bruja
de antaño. Caída, muchos antes de su regreso
a casa. Empapada hasta los huesos,
un destino que evita. La plata líquida
relaja su espalda camino a tierra firme.
¿Quién sabe lo que le deparará el futuro?
EILEEN CASEY.
Midland, Irlanda. Vive en el sur de Dublín. Faber & Faber, Dedalus, New Island, The Nordic Irish Studies Journal, entre otros, han publicado ampliamente su poesía, prosa y cuentos en antologías. Ganó el premio Hennessy (ficción emergente) y recibió las becas Katherine y Patrick Kavanagh. Ganó el el Premio Internacional Oliver Goldsmith. ‘El extraño caso del alce irlandés’ (2021) se inauguró en Errant ArtSpace, BC, Victoria, Canadá, en septiembre de 2021, en colaboración con la artista visual Jeanne Cannizzo; con el apoyo del Consejo de las Artes de Irlanda y Offaly Arts. Bog Treasure (Arlen House). Actualmente, su libro River Songs, premio Creative Ireland, 2023, está en proceso de edición.